lunes, 1 de enero de 2018

Fuego eterno

Ilustración de Lucas Marano para Tenistas Argentinas. 

Difundir un deporte cuando los resultados son satisfactorios es una tarea amena y productiva: se suman lectores, aumentan los seguidores en las redes sociales y, principalmente, uno está feliz por los resultados de esos deportistas que aprecia y admira. Sin embargo, el verdadero amor por aquello que a uno lo apasiona, le interesa y le dan ganas de propagar se revalida en los momentos de dificultad, de flaqueza, en las ocasiones que las derrotas exceden los triunfos y los lamentos las alegrías.

Por distintas razones (lesiones mayormente), este no fue un año positivo para el tenis femenino argentino, en especial en la rama profesional de singles, aquella que, históricamente, despierta más interés en los espectadores. Como autor de esta página, muchas veces me veo interpelado acerca de cómo poder despertar entusiasmo, pensar contenido atractivo y acercar más público a este sector del deporte que tantas alegrías nos dio, cuando los resultados no son los mejores. Ante estas inquietudes, mi respuesta siempre es difundir y seguir publicando constantemente aunque se trate de logros en apariencia mínimos. Pero no solamente transmitir las victorias del presente sino también reconocer y recordar aquellas hazañas y jugadoras del pasado que edificaron lo que es actualmente nuestro tenis de mujeres con Gabriela Sabatini como referente principal pero también con otros nombres colosales como Paola Suárez, Norma Baylon, Gisela Dulko, Mary Terán de Weiss, Inés Gorrochategui, Ivanna Madruga, Florencia Labat, Raquel Giscafré y muchísimas más. Integrar la historia a la actualidad para fomentar un público que aprecie las proezas de este sector del deporte y también, al mismo tiempo, considerar el futuro como posibilidad de calmar esa ansiedad por volver a los primeros planos, de estar la altura de los esfuerzos y el talento que desplegaron -y despliegan- nuestras tenistas. En ese sentido, la temporada de Lourdes Carlé fue un bálsamo de lujo para la rama femenina del tenis argentino. 

Cada uno conoce íntimamente cuándo fue el momento en que descubrió la pasión por un deporte o determinado gusto, y también, quizás, por qué fue esa actividad la elegida y qué función cumple en la propia vida. A riesgo de exponerme, a mí el tenis en general y el femenino en particular me trajo paz en una adolescencia difícil, me hizo festejar y alegrarme por los desempeños de las chicas cuando en mi entorno las cosas no estaban muy bien. Seguir tenis, jugar tenis, fue un placer reparador, revitalizante, sano. Ya convertido en adulto, poder contribuir a la difusión y al reconocimiento de jugadoras tan admiradas, fue un deseo cumplido. 

Los tiempos difíciles son grandes reveladores de los fuegos eternos. Aunque todo esté mal, aunque el mundo interno colapse, las pasiones profundas y genuinas continúan erguidas indestructibles en el alma y nos siguen deleitando, más allá de los resultados circunstanciales. Desde este espacio, y en el séptimo aniversario del blog, puedo afirmar que cada vez disfruto más del tenis femenino argentino y renuevo el compromiso por seguir difundiéndolo y defendiéndolo de la mejor manera posible. 

¡Feliz 2018 para todos!

Gabriel


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